Las mujeres los conservan y los heredan como tradición
PARTE 1 de 2
Fue en el siglo XVI que llegaron de la Nueva España muchas mujeres provenientes de la península española, que cumplían con el mandato de la corona de contribuir con sus maridos, a poblar las nuevas tierras. Y junto con ellas llegó la moda. Una vez instaladas en la colonia, aquellos pesados y oscuros vestidos de lana y seda con los que llegaron, que eran ideales para sus climas fríos y secos de donde provenían, resultaron ser sofocantes y muy incómodos, por lo que las mujeres criollas incorporaron poco a poco, tejidos más suaves como la muselina de algodón, la seda y el lino, que sin duda eran mucho más adecuados para el calor y la humedad de toda esa región de Veracruz. Fue a lo largo de todo el litoral veracruzano y en la Cuenca del Papaloapan, donde se fundaron y establecieron muchos de esos importantes asentamientos de las colonias europeas. El uso de la vestimenta de todas esas mujeres que llegaban de la Nueva España, aún permanece como una tradición que se ha ido transmitiendo de una generación a otra. Por lo tanto, el vestido de jarocha fue y sin duda sigue siendo, un atuendo para usarse en los festejos de toda la vida, por lo que hoy no es nada extraño encontrar aún en nuestros días, a muchas mujeres luciendo con orgullo ese hermoso traje, adornado con las joyas de las que fueron sus abuelas y bisabuelas.