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LOS VESTIDOS DE JAROCHA

Considerado uno de los mas bellos trajes regionales, el vestido de jarocha tiene cuerpo y alma.

 

PARTE 2 de 2

 

Listo para ser usado, primero van las prendas interiores que por lo general son blancas: la camisa de algodón es larga, hasta la altura de las rodillas, finamente deshilada y bordada en el canesú y bordes de la manga se ajusta con delgadas cintas de seda en hombros y brazos; sobre esta se ciñe a la cintura la “enagua blanca” de lino o algodón, también deshilada y adornada con cintas de seda que llega a la altura de los tobillos.


Sobre la enagua blanca va la falda generalmente de fino tejido de organdí o muselina, en algunas ocasiones de colores pastel, es una falda larga hasta el piso, adornada con dos o tres hileras de olanes y con una ligera cauda; rematando el conjunto con un mandil de terciopelo negro con puntas de encaje de seda y bordados con motivos florales a un lado.

El traje de fiesta no es el mismo que el traje de baile, para este último, la falda es de corte circular para permitir el movimiento y lucimiento de la misma y se acompaña con zapatos de baile blancos. Para el traje de fiesta se pueden elegir unas zapatillas altas.

Los hombros los cubre una fina mantilla de tul de seda también llamado pañuelo, bordado en hilo de seda en la punta, se sujeta al frente con 2 o 3 prendedores de oro. (camafeos, corales, perlas).


El peinado recuerda el de las mujeres valencianas, el cabello trenzado a los lados y circundando la cabeza, se adorna con una cinta de seda y flores (dos rosas o gardenias del lado derecho dan a conocer que la mujer es casada, del lado izquierdo las colocan las solteras), para finalizar se coloca el “cachirulo”, que es una peineta baja de carey con adornos de filigrana de oro, perlas, corales y algunas piedras preciosas.


Los accesorios más tradicionales son largas cadenas de oro y collares de coral o turquesas de distintos tamaños, medallas, guardapelos o camafeos atados a cintas de terciopelo alrededor del cuello y aretes también de oro, largos y vistosos.


Para romper la blancura del traje, el color del rebozo de fina seda será el que marque el color de las cintas de seda del peinado, de la camisa y la enagua blanca.


Y para rematar un abanico de encaje con varillas y padrón de madreperla que se mueve de madera cadenciosa simulando la suave brisa de la costa y al caminar el movimiento de la falda y sus volantes nos recuerda la blanca espuma del mar.



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