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Dra. Esperanza Hernández Delgado

Pionera en medicina Gineco-Obstetra

 

“La vida está llena de oportunidades, quién no alcanza la oportunidad, se fundió”


“Quiero decirles a los jóvenes: estudien, aprendan, vivan. Si no se estudia, si no se aprende, no se vive”


Por: Patricia Vela

Fotos: Karyne Cuervo


Desde que Veracruz vio nacer un 17 de septiembre de 1925 a Esperanza Hernández Delgado, supo que sería una mujer que dejaría en alto su nombre al destacar por su trayectoria de estudio, trabajo y lucha, y ser reconocida ampliamente en Veracruz y México por su desempeño en la medicina, ciencia que desde temprana edad eligió para su vida, y lograr ser la primera mujer ginecóloga obstetra en Veracruz.


A sus recién cumplidos 99 años de vida, sigue disfrutando la compañía de amigas,

de hacer lo que le gusta, y que sigue viviendo “el aquí y ahora” de la mano de su filosofía de hacer bien las cosas. “Yo nací en el año 1925 (hace una pausa y recuerda una anécdota) me da risa porque tengo un amiguito que cumplió el año pasado quince años, y me dice: “ay acércate a mí porque me da alegría, no sé qué siento de conocer a una persona del siglo pasado” jajaja, ¡y sí es cierto, del siglo pasado!”.


La doctora Hernández Delgado nos permitió conocer un poco más de su ya reconocida historia de vida.

-¿Qué la motivó o entusiasmó por ser médico? Usted dice que desde niña siempre supo que esa era su vocación.

-No tengo idea. En mi casa yo no veía que se enfermaran ni necesitaran médico seguido, no había médicos en mi familia, que yo recuerde amigos íntimos médicos, tampoco. Yo no tengo idea qué fue lo que me motivó, pero desde niña yo me acuerdo que decía “quiero ser doctor” y fui doctora.

Realizó sus estudios básicos en Veracruz, en el Ilustre Instituto Veracruzano tuvo su formación Secundaria, “que antes no se llamaba así, sino Escuela para Varones y Señoritas. Después su nombre fue Escuela Secundaria, porque era la única que había”. Para la Preparatoria, se encontraba en la Ciudad de México -la Prepa 1 de la UNAM- en 1943 y 1944. Su carrera profesional la cursó en 1945 en la UNAM porque aquí no había escuela de medicina. “El cambio fue sensacional, ¿por qué?, mil jóvenes varones y 27 jóvenes mujeres, ¿se da cuenta el cambio tan grande? Puros hombres. Y desde entonces yo siempre traté con hombres, toda mi vida, pues ya profesionalmente y como se fue sucediendo los estudios de medicina; estudios que fueron intensos, una delicia, yo estaba en mi ambiente, hasta se me enchina la piel solo de recordarlo, toda una época muy bonita”.


-¿Le costó trabajo? Porque en ese tiempo, incursionar a la mujer en un ámbito profesional donde se caracterizaba por ser de varones, no era fácil y, en cierta forma, generaba el machismo.

-Y sigue el machismo, a pesar de…, sigue el machismo. Pero no, nada, absolutamente nada. Yo siempre he dicho una frase: “En mi casa no sobraba nada, pero tampoco faltaba nada”, y entre las cosas que no sobraban eran el respeto y el trabajo, todos trabajábamos para el bien común de esa casa. No tenía idea qué era ser doctor, pero nada ni nadie me puso barreras. A mí nadie me preguntaba si pasaba de año, yo seguía estudiando.


Otra razón por la que estaba en México para la Preparatoria, fue la guerra mundial en 1943. “Vino la guerra y la situación económica se complicó mucho en Veracruz, aquí la vida económica era el puerto”. En ese entonces su mamá trabajaba en una Agencia Aduanal y la vida se paró y tuvo que incursionar en otra parte. “Mi mamá tenía una amiga que era buena amiga del licenciado Alemán (antes de ser Presidente) y le consiguió trabajo en México, en la Secretaría de Gobernación, y fue cuando nos tuvimos que ir”.


-¿En dónde estudió su posgrado?

-No, mi especialidad. En esa época se llamaban así, Especialidades. Ahora se llaman Diplomados, pero nosotros sabíamos que era una especialidad porque salimos de la facultad. Pero está uno de joven saliendo de la carrera y creemos saber de todo, y luego uno se da cuenta que no sabemos, pero ni la tercera parte, y hay que aceptar esas cosas. Desafortunadamente no las sabemos aceptar. ¿Por qué?, porque no nos enseñan, en la casa no nos enseñan.


-La especialidad la realizó en el extranjero, ¿cómo lo decidió?

-La vida me lo decidió, yo no lo decidí. Está una situación que siempre trato de engrandecer: la vida está llena de oportunidades, quién no alcanza la oportunidad, se fundió. Es como un riachuelo, jamás regresa, siempre va, pero el agua no regresa.


Destaca su gusto por la Filosofía, “estudié letras españolas y filosofía… qué no estudié”. Se daba tiempo para todo, en la zona donde vivía en México todo estaba. “Viví junto a una institución buena, Geografía y Estadística, estaba el Colegio de México, la preparatoria, las Facultades de Medicina y Leyes, las librerías Porrúa, la máxima Biblioteca de México del Congreso de la Unión a donde yo iba estudiar, porque los libros eran carísimos y además estudiábamos en francés. Desde la secundaria aquí en Veracruz estudiábamos francés”.


-¿Por eso usted pudo hacer sin mayor problema su especialidad en Francia?

-Sí, en París, en La Sorborna. Pero es que todas las cosas se abrían y la oportunidad se me daba y, yo, ¿voy a desperdiciar la oportunidad? Para nada. Las oportunidades ya no regresan, como si regresa la maldad, como si regresa la bondad.


Merecedora de diversos reconocimientos por sus especialidades en Ginecología, Genética y Medicina Forense: “Tal vez los reconocimientos que tenga no son bien medidos, no sé, pero si tengo muchos, porque a través de mi vida y de mi época fui fundadora de la Facultad de Medicina, fui fundadora del Hospital General, y muchas cosas”.


-¿Cómo se siente de dejar este legado?

-Quiero decirles a los jóvenes: estudien, aprendan, vivan. Si no se estudia, si no se aprende, no se vive. Pero de esa trilogía hay que buscar el punto más importante de todo, que es trabajar. La gente quiere ahora vivir, digo yo, del cuento. Encontraron un punto: la política. Cuando tienen una posición, digamos un poquito estable de cualquier profesión, buscan al amigo, el papá que a lo mejor también incurre en la política, para tener una cosa segura, ahí empieza el asunto.


Para finalizar esta charla, le pedimos un mensaje para quienes conocieron parte de su vida a través de GB Magazine: “Ya me conocen, si soy muy viejita, ya tengo 99 años, saben de lo que soy capaz y lo que no soy capaz. Yo no me meto en la vida de nadie, cada quien tiene su personalidad y su lugar en la vida, pero, aun así, somos todos. Y cuando no entendemos esa situación de que somos todos, tomamos un partido muy desagradable que se llama egoísmo, “yo, nada mas yo”. No, hay que vivir para todos.

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